Con más frecuencia de la que a mi parecer es justificada, podemos observar en algunos foros de internet, como, de manera gratuita, personas físicas que adeudan cantidades de diversa relevancia a empresas de múltiples ámbitos, no solo degradan la imagen de la sociedad acreedora con la que mantienen el impago, sino que lo hacen extensivo a la agencia o despacho que intermedia en el proceso de recobro.
A mi modo de ver, tan injusto es menoscabar la imagen reputacional de la sociedad acreedora como menospreciar la gestión realizada por la empresa externa de recobro. Al fin y al cabo, salvo excepciones muy puntuales, el fondo de la cuestión es que el Sujeto A ha contratado los servicios del Sujeto B, de acuerdo a unas condiciones contractuales que lógicamente están sujetas a una contraprestación, normalmente dineraria. Aunque es una obviedad, el fondo de la cuestión no es más que esto.
Es cuando se produce algún incumplimiento por parte de quién disfruta del servicio que se le ofrece, cuando la empresa que lo presta, se ve obligada a requerir los servicios de un tercero, una empresa especialista en la recuperación de cobros, con mucha menos capilaridad que la empresa que presta el servicio causante del impago.
Hasta aquí parece todo normal, pero entonces, ¿Por qué hay ese interés en seguir transmitiendo y permitiendo en el entorno web esa sensación de que no estamos haciendo un trabajo digno? En mi opinión, seguimos padeciendo las consecuencias del permanente intrusismo de sociedades que se auto incluyen dentro del sector de recobro, pero que en ocasiones realizan prácticas de dudosa legalidad, o al menos, de nula moralidad, cualidades opuestas a los principios básicos que constituir los pilares de cualquier sociedad que quiere pertenecer al sector con pleno derecho.
Pese a los continuos esfuerzos de las principales empresas dedicadas a la Gestión de Cobros – entre las que nos encontramos-, por objetivar la imagen del servicio de recobro, lamentablemente comprobamos que los logros conseguidos se obtienen a un ritmo muy inferior al que nos gustaría. Las redes sociales son mucho más agiles, para lo bueno y para lo malo, que cualquier otro proceso de comunicación y formalización, especialmente en aquellos casos que requieren de la intervención de instituciones oficiales.
¿Dónde reside el problema? Especialmente en la inexistencia de una legislación ex profeso enfocada al Cobro y Recobro de Impagados. Este vacío legal es una alfombra roja para que cualquier sociedad o persona física se considere profesional de nuestro sector, sin tener en cuenta, que desde luego, no todo vale para llevar a buen fin la recuperación del impagado.
Es esta circunstancia la que proyecta una falsa imagen del sector y de los verdaderos profesionales de la Recuperación, enturbiando nuestro buen hacer en la práctica.
Es en este punto donde todas y cada una de las personas que formamos parte de las sociedades de recobro, tenemos que asumir la responsabilidad de transmitir los valores que entendemos fundamentales de nuestro negocio: rigor, seriedad, profesionalidad, especialización y colaboración.
Si los diferentes actores que intervenimos en toda la cadena de recobro no somos los más firmes valedores de nuestro negocio, esa falta de convencimiento se transmite a los deudores de una manera u otra, perjudicial en cualquier caso. Especial mención merecen en este punto los agentes/gestores telefónicos, que son la voz e imagen no solo de la agencia o despacho para el que desarrollan su actividad, sino también, de manera indirecta, del propio cliente en nombre del que actúan. Esta es nuestra profesión, y debemos dignificarla entre todos, no solo para reducir el impacto de los descontentos en las redes, sino con el objetivo de moldear la imagen del negocio que realmente se ajusta a la realidad de nuestro desempeño.
Sin embargo, en muchas ocasiones los que procuramos el cobro de una deuda estamos peor vistos por la sociedad que los propios deudores que son, en realidad, los que han infringido la norma. Como dice el refranero español, que raras veces se equivoca, “el que paga descansa y el que cobra aún más” y esa debe ser la máxima que tenemos que ser capaces de hacer ver al que debe, que gracias a nuestra gestión e intervención va a poder subsanar un problema generado por el propio deudor.
Según la última información publicada por la Asociación Nacional de Entidades de Gestión de Cobro (Angeco) de la que somos miembros asociados, en el año 2013 se estimaba la existencia de más de 800 empresas de gestión de cobros en España. De ese número, solo un 6% somos miembros de la Asociación, si bien es cierto que aglutinamos más del 85% del volumen total de deuda a recuperar. El volumen gestionado entre los asociados fue de más de 145 mil millones de euros, lo que reporta la magnitud del negocio del que somos partícipes.
Seamos capaces de trasmitir las bondades de nuestra profesión al deudor, y hacerle comprender que mediante el pago:
• normalizará la situación irregular que mantiene
• dispondrá de un calendario de pago adaptado a sus necesidades por la empresa de Gestión de Cobros y contará con facilidades de pago ofrecidas por la sociedad de recuperación, que no serían accesibles sin la gestión tutelada de un profesional.
• esquivará el inicio de un procedimiento judicial que se interpondría en caso de mantenerse el impago.
• evitará el incremento de la deuda con intereses de demora y/o costas judiciales innecesarios.
• eliminará sus datos de los ficheros de insolvencia patrimonial que le impedirían acceder a cualquier tipo de financiación mientras persiste la situación irregular
• tendrá libre disponibilidad para volver a contratar con la empresa con la que mantenía el impago, lo que habitualmente no es posible mientras existe deuda.
Hagámoslo ver y hagámonos valer. Nuestra praxis depende de ello.
Alberto Gilpérez García
Director Recobro Madrid