Esta entrevista a Manuel Medina González se publicó el 23 de enero de 2017 en ABC Andalucía en la sección ‘Con Cobertura’.
Hortelano de cuna, este abogado de éxito (varios de sus clientes cotizan en el Ibex) tiene una estrecha relación con la literatura, cimentada en su amistad con José María Pemán. De ahí que lamente el ninguneo al autor gaditano.
.-La primera siembra, el primer libro, la primera sentencia ¿de cuál de los tres está más satisfecho?
.-Usted nació en una familia humilde y hoy preside uno de los bufetes más importantes de España, ¿partió de la nada o la lección de vida que aprendió de sus padres apuntaló sus pasos?
Yo era feliz en el campo. Nunca creí que iba a llegar más lejos de la montaña más próxima, pero llegué. Tras hacer la mili ingresé en la policía, después trabajé en un banco, estudié derecho, abrí el bufete. Lo mío eran las cabras, el caballo, el mulo y acabé en un despacho. Creo que si he llegado a un escalafón más alto del que partí es porque mis padres, mis hermanos y mi mujer, Amelia, me motivaron.
.-En su libro autobiográfico, La conquista de la vida, retrata una España de clases en la que estaba situado en la zona baja ¿hasta qué punto la percepción de la injusticia durante su infancia refuerza su convicción de salir adelante a lo grande?
Cuando era un niño me daba cuenta de que había dos mundos. Yo pertenecía al de abajo, pero ni envidiaba ni odiaba al de arriba. Siempre le respeté. Me di cuenta, sin embargo, de que para conseguir lo que quería, vivir como esa gente, debería de esforzarme. Y lo hice, pero no para tener más cosas, sino para crecer, para desarrollarme.
.-Su bufete es internacional, pero tiene una importante presencia en Andalucía, lo que resulta inusual. ¿Por qué cree que hay reticencias a apostar por esta tierra?
Yo podría tenerlas porque apenas tengo clientes en Andalucía, pero creo, como dicen, que la patria del hombre es su infancia, es su pueblo. En el mío cada calle, cada casa, cada escalón forma parte de mi propia vida. Por eso en la delegación de Jaén del bufete trabajan casi 200 personas, más que en la de Madrid. Si esto lo sabe poca gente es porque me gusta pasar desapercibido. Isidro Fainé me dijo un día que el bien no hace ruido y que el ruido no hace bien. Sigo esa premisa. Intento hacer silenciosamente el bien con Andalucía.
.-La abogacía es su profesión, pero la literatura es para usted mucho más que una afición. ¿Un buen libro es como un buen caso?
Sin duda. El oficio de escribir es apasionante. En marzo, la editorial Plaza & Janés publica mi decimocuarto libro. Lo he titulado La crisis puede esperar, la vida no. Analizo la crisis económica desde 2007 y reflexiono sobre la población que nunca ha salido de ella. El prólogo es de Jaime Lamo de Espinosa, ministro de agricultura con Adolfo Suárez.
.-No le voy a pedir que diga a cuál de sus libros le tiene más cariño, pero como es el padre de las criaturas dígame en qué se parecen a usted.
Al que más cariño le tengo y el que más se me parece es La conquista de la vida. Me sentí feliz con el éxito de mi autobiografía. También fue muy bien acogido por los lectores mi libro Próxima estación: Cataluña.
.-Sus inicios literarios están relacionados con la poesía. Hoy casi hay más premios que lectores de ese género ¿ha dejado de ser un arma cargada de futuro?
En absoluto. En este mundo injusto la poesía tiene más sentido que nunca. Vivimos tiempos difíciles en los que los héroes, los poetas y los locos tienen mucho que decir. La poesía es un arma que, en vez de matar, sana.
.-Usted fue amigo íntimo de Pemán. ¿Le apena el ninguneo al que le somete hoy el mundo literario?