Varios profesionales de Medina Cuadros Abogados (Jaime Docio, Javier Cid-Harguindey y Ángel Ramiro) participaron con su opinión en la elaboración del libro “El valor añadido en los despachos profesionales”, editado por la editorial Planificación Jurídica, en el que se testaba la situación del sector despachos y asesorías. Las conclusiones fueron expuestas a lo largo del IV Congreso de Asesorías y Despachos Profesionales, evento de referencia en el sector, que organiza anualmente la compañía SAGE y sus socios.
El Congreso, convertido en un punto de encuentro y debate donde asesorías y despachos ponen en común sus experiencias e inquietudes, apostó por la transformación, la capacidad de reinventarse para convertirse en un llamado “Despacho Inteligente”: organización que optimiza sus recursos para sacar un rendimiento óptimo adaptándose a los cambios.
En el citado libro, Jaime Docio, se refirió al asesoramiento laboral como especialidad:”se encuentra en pleno desarrollo. Hasta hace muy poco, el concepto de asesor laboral se identificaba con el de Gestoría que tramitaba seguros sociales, nóminas y partes de baja. Desde ese punto de partida, la evolución ha sido constante. Sin embargo todavía no se ha tocado techo”.
Javier Cid-Harguindey reflexionó sobre el valor del asesoramiento legal: “En general, sólo se va al dentista cuando existe un persistente dolor de muelas. En el mundo jurídico, pasa lo mismo: distinguiendo entre el derecho y la acción -que no es otra cosa que el derecho “en pie de guerra”- con frecuencia solo lo se acude al profesional de la abogacía para iniciar o defenderse de cualquier acción olvidando que un buen asesoramiento jurídico previo hubiera podido evitar “poner en pie de guerra” a los derechos en conflicto.
Y desde el Departamento Contable y Fiscal, Ángel Ramiro, señaló que “por lo general, los clientes están inmersos en conseguir mantener o aumentar su negocio y en conocer y controlar internamente el mismo. El servicio de asesoramiento lo ven como un servicio externo que les supone un coste añadido. Además, en muchos casos, especialmente en las empresas medianas o pequeñas, lo tienen contratado porque les resulta obligatorio, sin interesarse en obtener el máximo provecho que pueden sacar del mismo. A esto se les une, la falta de preparación y conocimiento en dicha materia, que les resulta más un obstáculo que un beneficio”.