Conseguir la mejor oferta estival en estas fechas es cada vez más posible gracias al alcance de Internet. Un mayor número de españoles se han lanzado este año a contratar un viaje organizado, comprar un billete de avión o alquilar un alojamiento – a través de plataformas online. En verano, por ejemplo, un destino que cumpla nuestras expectativas es cada vez más factible, a golpe de smarthphone. A través del “feedback” de clientes previos, uno puede conocer la experiencia del usuario de primera mano y delimitar con mejor precisión que es lo que está realmente buscando. Esta información a disposición del cliente se completa con la interacción entre vendedor y comprador, a través de un canal de comunicación directo dentro de la misma plataforma digital.
Con esas herramientas, plataformas online como Airbnb en el sector del alojamiento captan millones de usuarios en la época estival, poniendo en contacto directo a arrendadores e inquilinos y cobrando una comisión de gestión por cada alquiler.
Nadie duda a día de hoy que este modelo de contratación y servicio online ha sido disruptivo en el sector, pero el auge del alquiler vacacional por Internet ha destapado una actividad que aumenta considerablemente en esta época del año: el fraude online. El ansia voraz de millones turistas por conseguir un chollo en Internet es aprovechado por estafadores de todo el mundo, que acuden a este tipo de plataformas online para hacer su “particular agosto” sin levantarse del sillón de su casa.
El modus operandi de la estafa más común en Airbnb es sorpresivamente sencillo, al alcance de toda persona que tenga un ordenador. Se empieza con subir una “ganga” en la propia plataforma web. El defraudador solo tiene que subir fotos de buena calidad de un alojamiento a un precio inferior a la media de alojamientos similares. Una vez el potencial inquilino se muestra interesado, se inicia una conversación entre ambos a través de la aplicación, pero en un momento dado, el estafador alega que tiene problemas con la aplicación, emplazando al futuro inquilino a seguir comunicándose a través correo electrónico. En la mayoría de los casos, la dirección de correo que se ofrece al inquilino contiene la palabra airbnb -lo que elimina a priori toda sospecha.
El ofertante entonces le comunica a la víctima que le enviará un enlace que le redirigirá a Airbnb, cuando en realidad le está dirigiendo a una “landing page”: otra página web de apariencia igual o similar a la de la plataforma original, con el mismo logo y otros detalles casi idénticos. Todo ello con el fin de que el inquilino proceda a hacer el pago fuera de la plataforma, haciéndole creer en todo momento que se encuentra dentro de la misma.
En este contexto, un elemento crítico a tener en cuenta de Airbnb es que no es posible visitar el alojamiento antes de efectuar el pago de la reserva. Es por ello que los estafadores aseguran a la supuesta víctima que le enviarán la llave del alojamiento por correo, alegando que en caso de que haya alguna incidencia, Airbnb procederá a desembolsar la reserva. Todos los correos que se envían a la supuesta víctima son idénticos a los que normalmente utiliza Airbnb, incluso el formulario de pago de la reserva que recibe la víctima de la estafa es el propio que utiliza la compañía referida.
La víctima entonces procede al abono de la reserva a la cuenta bancaria indicada, sin sospechar, hasta un tiempo después, que ha sido estafado pues el alojamiento en la ubicación indicada no existe. Las cosas se complican cuando ni el anuncio ni la reserva se encuentran en la web y el estafador se ha evaporado sin dejar rastro.
Para evitar estas situaciones, se torna como fundamental en este tipo de contrataciones la atención al detalle: obviar un simple matiz como la identidad del ofertante o la falta de estudio previo de las diferentes ofertas, puede ser fatal. Suplantaciones de identidad, mentiras y perfiles falsos están a la orden del día y muchos los estamos empezando a conocer de primera mano. Una dirección de correo extranjera o una cuenta bancaria de destino en el exterior son motivos de sospecha. Contactar con la plataforma Airbnb para verificar la autenticidad de la oferta es algo que muchos de nosotros obviamos, subestimando a muchos de los estafadores que defraudan online.
Denunciar este tipo de estafas no suele llegar a buen puerto, pues los estafadores se cuidan de no dejar rastro. Por otro lado, Airbnb se exime de toda responsabilidad sobre pagos que se hayan efectuado fuera de la plataforma, aunque en muchos casos, el alojamiento supuestamente fraudulento está legamente anunciado en la web. Si bien es necesario exigir a la plataforma mayores medios y controles para identificar perfiles falsos, la solución para evitar este tipo de fraudes está en nuestras manos, precisamente, en el lado de la prevención. Siendo precavido, tomando todo tipo de medidas para asegurarnos de lo que contratamos se ajusta a la realidad, determinará que disfrutemos de unas vacaciones merecidas, sin llevarnos ningún disgusto adicional.
Javier Izaguirre Barrios
Abogado del departamento de Civil de Medina Cuadros en Madrid